Elefante africano macho

Era julio de 2018, mi familia y yo habíamos planeado por fin; y digo por fin porque llevaba soñando con ello desde que tenía consciencia, un safari por África.

Todo comenzaba en la Reserva Nacional de Samburu, uno de los lugares más áridos del país. Llegábamos allí tras varias horas de conducción por pistas llenas de tierra atravesando poblados donde los niños y niñas meru (tribu que se asienta en la zona central de Kenia) nos saludaban con gran ímpetu.

No me podía creer estar ya en tierras africanas, las sensaciones más salvajes recorrían mi cuerpo mientras me quedaba absorto mirando por la ventanilla del jeep.

Finalmente, cruzamos la puerta de entrada al parque y nos dispusimos a comenzar nuestro primer safari de camino al lodge dónde nos alojaríamos.

Viéndolo ahora desde otra perspectiva, la verdad que ese primer safari no fue gran cosa… pero, en el momento, me parecía que estaba en el mismísimo cielo.

Tras un par de kilómetros, una cebra nos detuvo… era nuestro primer animal en África. Después de unos segundos pude ver que no era una cebra como las de los documentales que solía ver, acto seguido nuestro guía nos explicó que se trataba de una cebra de Grévy (Equus grevyi), la más grande del mundo y endémica del parque.

Os podéis imaginar lo asombrado que me quede… desgraciadamente, la luz era muy dura y las fotos no quedaron como a mí me hubiera gustado.

Después de esta sorpresa, de camino al lodge, un enorme macho de elefante (Loxodonta africana) africano nos sorprendió en la lejanía con su paso tranquilo, pero firme. ¡Era enorme! Íbamos con la idea de que los elefantes eran unos seres titánicos, pero la realidad superó a la expectativa con creces.

Acabábamos de llegar y ya habíamos avistado a nuestro primer integrante de los famosos ‘big five‘ africanos.

Al fin, conseguimos llegar al alojamiento. A diferencia de lo que se puede pensar, estas zonas de África están muy preparadas para el turismo y es por ello que gozan de lujosos lodges donde relajarse después de un largo día de viaje.

Como no, yo, ‘culo inquieto’ a más no poder, nada más dejar las maletas en mi habitación decidí ir a investigar qué se cocía por los alrededores de las instalaciones.

Siendo Kenia, tiene que haber miles de cosas interesantes (me decía)… nada más terminar de pronunciar esa frase, un precioso calao piquirrojo (Tockus erythrorhynchus) me deleitaba con una sesión de caza a escasos metros. Todo un auténtico lujo.

Según terminamos de comer y tras media hora de descanso, procedíamos a realizar nuestro segundo safari del día, esta vez vespertino; y es que, en estas latitudes la luz comienza a escasear en torno a las 18h.

Comenzaba entonces, nuestra segunda aventura de la jornada.

Este safari resultó ser mucho más impresionante que el de por la mañana. Tuvimos la oportunidad de ver gacela de Grant (Nanger granti), un antílope de mediano tamaño, presa habitual de guepardos y leopardos; también vimos una inmensa cantidad de especies de aves, algo que me llamó bastante la atención del parque, ya que al ser un ecosistema más árido, pensaba que el número de especies no iba a ser tan elevado.

He aquí algunas:

Después de disfrutar de una buena sesión de birdwatching, de nuevo un grupo de elefantes se cruzaba en nuestro camino. Esta vez no había ningún gran macho, sino hembras e individuos juveniles.

Todo un espectáculo poder disfrutar de estos paquidermos a placer y ser capaces de ver las interacciones entre ellos… ¿sabíais que las manadas de elefantes son complejísimos sistemas matriarcales?

Nada más irse los proboscídeos, un pequeño mamífero nos sorprendió entre los matorrales sacudiéndolos bruscamente. Se trataba de un dik-dik (Madoqua kirkii), el antílope más pequeño del mundo, (unos 35 centímetros hasta el hombro).

Estos curiosos animales nos permitieron quedarnos unos cuantos minutos haciéndoles fotos antes de que se perdieran entre los espinosos matorrales que abundan en Samburu.

Aquí vienen las fotos del famoso dik-dik, a mí me parece un ‘bicho’ bonito y, sobre todo curioso… ¿ Y a vosotros ? ¡Dejadme vuestra opinión en comentarios!

Mientras disfrutábamos de estos pequeños, el guía divisó en la lejanía un par de monos vervet (Chlorocebus pygerythrus) que, cuando los dik-dik desaparecieron, aún seguían por ahí.

Proseguíamos con nuestro safari cuando, de repente, suena la radio del coche: ¡¡¡¡*inserte mensaje en swahili aquí*!!!! Tras una pausa y con los músculos más tensos que las cuerdas de una raqueta de tenis, nuestro guía nos comentó que un guepardo se estaba dejando ver no muy lejos de donde nos encontrábamos… así que, ¡Allá íbamos!

Antes de llegar a la zona, un ave parecida a una codorniz nos detuvo en seco en mitad de la pista. Era un francolín crestado (Peliperdix sephaena), un precioso pájaro perteneciente a la familia de los faisanes que parecía saberse intocable frente a la mole de engranajes y piezas eléctricas que se erigía ante él. Obviamente no desaproveche la oportunidad de sacarle alguna foto. Aquí tenéis al ave que osó retar a un jeep:

Al fin el francolín decidió apartarse del camino y pudimos proseguir con nuestra ruta en busca del guepardo.

Según íbamos llegando a la zona, podíamos ver a lo lejos unos cuántos coches amontonados en torno a unos arbustos. ¡Ahí está! ¡Ahí está! dijo mi hermano, acto seguido vimos salir al guepardo (Acinonyx jubatus) de entre la maraña arbustiva y se detuvo en un pequeño claro en mitad de la sabana.

No me podía creer estar en mitad de la sabana africana, a miles de kilómetros de mi casa viendo un guepardo en estado salvaje. Y yo que pensaba que esas cosas solamente sucedían en los documentales… 😍

Poco a poco se fue haciendo de noche y el guepardo seguía ahí, impasible ante la presencia de una quincena de todoterrenos. La luz se iba tornando rojiza y se preparaba un escenario perfecto para la foto. El guepardo como si conocedor de eso fuese, inició su camino rumbo a una zona donde finalmente lo perderíamos entre la maraña…

Afortunadamente, pude realizar alguna que otra fotografía con la que quedé más que satisfecho.

Y así, finalizaba nuestro primer día en estas mágicas tierras donde los grandes felinos dominan la noche y los seres humanos son meros espectadores.

Espero que os haya gustado. Permaneced atentos al blog porque iré publicando periódicamente entradas de este estilo.

Si compartís, comentáis o cualquier otra acción, os estaré muy agradecido. ¡Gracias! 😉

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