Lo primero de todo, me gustaría felicitar el año a todos y todas las personas lectoras de este humilde blog y disculparme por tener todo este tiempo el blog en «barbecho», si es que este término se puede emplear para esta situación.

La verdad es que no me sentía lo suficientemente motivado como para seguir con él. Pero todo ha cambiado gracias a una persona muy especial para mí, mi acompañante de pajareo y naturaleza. Desde aquí te doy las gracias a ti, Annaïs por devolverme las ganas de retomar el blog y disfrutar la vida y la naturaleza a tu lado.

Y, sin más dilación… se viene la primera entrada del 2021 y la primera también de este renovado blog.

¡Espero que os guste!

FINALIZANDO EL 2020 Y EMPEZANDO EL 2021…¡PAJAREANDO!

Quiero comenzar esta entrada hablando de la cantidad de vida silvestre que podemos disfrutar en los entornos urbanos y sus aledaños. En esta publicación todas las fotos han sido sacadas en entornos más o menos urbanos o cercanos a pequeñas y grandes ciudades, tales como Madrid o Mieres (Asturias).

Era 29 de diciembre, dos días restaban para terminar este fatídico año en cuanto a emergencia sanitaria se refiere… mientras tanto, Annaïs y yo disfrutábamos de una tranquila mañana en el Parque Regional de Sureste de Madrid.

No teníamos objetivo en particular mas que disfrutar de la naturaleza y sacarle partido a nuestros nuevos equipos Sony.

La mañana comenzaba entretenida, varios bandos de mosquiteros aleteaban como si de colobríes se tratara sobre el río Jarama, en busca y captura de pequeños mosquitos que llevarse a la boca ( pico en este caso jeje )

Este primer avistamiento fue un fracaso a nivel fotográfico. Se juntaba lo rápidos que son estos pequeñajos y el hecho de estar estrenando equipo… desde luego, no era combinación ganadora. Proseguimos con nuestro camino hasta empezar a toparnos con cantidad de «gente», así es como mi chica y yo nos referimos a las aves. Veíamos muchas aves diferentes: petirrojos, colirrojos, agateadores, tarabillas, mitos… pero seguía sin darse bien la cosa…

Según iba cayendo la tarde y nos íbamos haciendo a los equipos, comenzamos a tomar fotografías decentes.
Un cormorán grande nos deleitó con su arte de aguantar la corriente como el que come pipas sentado en un banco… ¡menuda fuerza!

Cormorán grande
Cormorán grande

Tras disfrutar del espectáculo del cormorán, seguimos caminando hasta toparnos con unos sonidos que nos resultaban familiares… de repente: ¡¡¡¡MITOS!!!! Un bando de entre 8-10 mitos piaban montando escándalo en el árbol que teníamos justo delante.

La misión se tornaba difícil, 10 sacos nerviosos de plumas revoloteaban sin cesar por las diferentes ramas del enorme álamo que se levantaba ante nuestros pies. Tras varias ráfagas, uno de los ejemplares decide tomarse un pequeño ´break´ y posa para nosotros durante poco más de 3 segundos. ¡¡¡Misión cumplida!!!

Mito
Mito

Después de este momento de suerte, tuvimos uno aún mayor… mientras caminábamos, escuhamos un pequeño y tímido tamborileo en uno de los árboles próximos a nosotros, acto seguido, descubrimos un picapinos encaramado al tronco de un álamo buscando larvas que comer; no contentos con esto, de repente Annaïs suelta: ¡el pico menor! y mirando hacia nuestra izquierda, ahí estaba, el pícido más pequeño de la península para nosotros solos.

Era ´bimbo´ para mí ( bimbo es una palabra empleada en la ornitología cuando ves una especie por primera vez ), pudimos disfrutar de este pequeño carpintero al menos 30 minutos, el único punto negativo era la distancia a la que se encontraba y la altura… aún así, creo que pudimos sacar alguna foto decente.

Pico menor
Pico menor

Con este avistamiento terminaba nuestra jornada y tocaban unos días relajados disfrutando de otros placeres.

Regalos de Reyes

Nuestra siguiente jornada de pajareo fue en Asturias, concretamente el día de Reyes, dónde pudimos disfrutar de especies como camachuelos, herrerillos capuchinos, carboneros garrapinos…

Día de Reyes por la mañana, mi casa amanecía bajo un blanco manto… Annaïs y yo inmediatamente nos miramos y supimos al instante lo que estábamos pensando: ¡Hay que salir a hacer fotos!

Nada más salir de casa, varios camachuelos despegaban como helicópteros de la copa de los aligustres japónicos que adornan la calle… eso sí, con más dificultades que otra cosa debido a la enorme cantidad de bayas que consumen.

¡A ellos si que les pasa factura la Navidad!

Después de varios cientos de fotos a estas anaranjadas bolas de pluma, dimos un paseo para ver que se dejaba afotar. A los pocos minutos, un reyezuelo listado ( Regulus ignicapilla ) pareció hacerse nuestro amigo y nos permitió acercarnos tanto a él que lo tuvimos a escasos 30cm… una experiencia de libreta, como diría alguien que yo me sé.

A pesar de la distancia, fotografiar a un reyezuelo es de lo más díficil, o al menos para mí… ya que Annaïs consiguió sacar una foto, que a mi juicio, es excelente. 

Reyezuelo listado
¿Hay alguien en casa?

Después de tan relajante y productivo paseo, nos dirigimos hacia Mieres, concretamente a una pequeña área recreativa donde comernos el bocadillo, aunque realmente sabíamos que no íbamos sólo para eso…

Tras ver la zona repleta de nieve, decidimos montar un pequeño posadero – comedero donde echar unas pipas y cacahuetes, sin sal ni freír y/o tostar ya que esto es perjudicial para nuestros amiguitos, y dejar que el frío y la necesidad de alimentarse jugase a nuestro favor.

¿ Y cuál fue nuestra sorpresa ? A los pocos instantes, varios carboneros garrapinos estaban ya apelotonándose en las ramas de los árboles inspeccionando el terreno y haciendo cola para entrar al posadero.

Los garrapinos no fueron los únicos visitantes, herrerillos capuchinos, carboneros, petirrojos, trepador azul y demás aves se dejaron ver por la zona del comedero aunque por desgracia, no todas llegaron a entrar.

Tras ganar muchísima confianza en nosotros, las aves bajaban al comedero estando nosotros comiendo en la misma mesa, esto propició que les empezáramos a poner motes… A los garrapinos los apodamos Felipe; los capuchinos se llaman Pedro; los carboneros, Basilio… Así que ya nos referíamos a ellos con nombres propios: – Ahí viene un Pedro-,  – Mira Felipe como coge las pipas- y así estuvimos toda la tarde hasta que se nos hizo de noche.

Sin duda un Día de Reyes para el recuerdo y que jamás olvidaré. Gracias por acompañarme y hacer que todo se disfrute infinitamente más contigo.



Os dejo por aquí las instantáneas que pude tomar:
Espero que os gusten… estad atentos a las próximas entradas!!

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