En la entrada de hoy, os voy a contar cómo se vive una jornada fotográfica en busca de aves en plena cordillera cantábrica en el mes de febrero. La idea era pasar un fin de semana en la montaña de Riaño disfrutando de diversas especies de aves, entre ellas alguna que otra joya de la avifauna cantábrica y una de las rapaces más grandes de nuestros cielos.
El viaje comenzó un viernes después de comer, 2h30´de viaje nos esperaban hasta el destino final. Cargados con ropa de abrigo, cámaras, trípodes y bien aprovisionados de comida nos dirigimos finalmente hasta Crémenes, pueblo que sería nuestro lugar de residencia durante las próximas dos noches.
La idea inicial era disfrutar de tres jornadas fotográficas; dos el sábado y una el domingo. Las dos primeras sesiones estarían enfocadas en picados y paseriformes varios típicos de esta zona de alta montaña y la última sesión, la del domingo, estaría dedicada a la reina de estos cielos cantábricos, el águila real.
Sábado, 7 de la mañana
Tras un rico desayuno y cargados con todos los zarrios necesarios para una larga jornada fotográfica, nos dirigimos al primer escondite donde pasaremos las próximas 5 horas.
Estar metido en una caseta de 4m2 en plena cordillera cantábrica a las 8 de la mañana. En pleno silencio mientras preparas el trípode y la cámara.
Sientes como el campo amanece, las aves empiezan a cantar dándole los buenos días al sol. Nervioso y excitado, te concentras en el escenario. Piensas en las especies que pueden venir, en que posiciones pueden hacerlo y qué parámetros son los más adecuados para conseguir las fotos que quieres.
No hay tiempo para pensar; todavía con poquita luz, empieza el festival de paseriformes, al menos 6 especies diferentes están ya entrando al comedero.
Tras una media hora, hace aparición una de las mayores joyas de la avifauna ibérica: el pico mediano, un pícido de pequeño tamaño que en nuestro país sólo habita las zonas de alta montaña de la Cordillera Cantábrica y Pirineos y que resulta escasa y difícil de retratar.
Realmente sabes lo que tienes delante de la cámara y quieres hacerlo lo mejor posible.
Tras unas cuantas horas en el escondite, la jornada parece haber salido bien.
2 especies de pájaros carpinteros y gran cantidad de paseriformes hacen que las muchas horas que pasas en estas pequeñas casetas parezcan cosa de minutos.
Después de esta primera parte de la jornada nos dirigimos al hotel donde estábamos alojados para recoger el picnic que nos tenían preparado. A eso de las 12:30 de la mañana nos preparábamos, ya con nuestra comida en una bolsa, para ir a la segunda localización del día.
En este lugar, más abierto en cuanto a paisaje que el anterior, nos recibía con unas vistas impresionantes del entorno montañoso de la zona, así como con un pequeño bando de camachuelos que estaba haciendo acopio de los frutos del muérdago que colgaba de un árbol cercano.
Entramos al escondite donde disfrutamos de grandes oportunidades fotográficas hasta que la luz fue desapareciendo poco a poco.
En esta ocasión, fueron tres las especies de pícidos las que acudieron al comedero y de nuevo un sinfín de paseriformes hicieron acto de presencia, siendo los camachuelos y herrerillos los protagonistas de la sesión.
Una vez terminada la jornada, aseados y tras un buen paseo por la zona y cenar, llegaba la hora de descansar ya que al día siguiente teníamos un encuentro pendiente con la reina de los cielos.
Domingo, 6:45 de la mañana
Hoy nos tocaba salir algo más temprano ya que el escondite estaba más lejos de nuestro alojamiento. Después de 30 minutos de coche por alguna pista de montaña y 5 minutos de pateo, vislumbrábamos el escondite desde el cual, con un poco de suerte, disfrutaríamos de la presencia del águila real.
Por fin, tocaba cruzar miradas con el águila real, la más potente de todas nuestras grandes rapaces. Tan sólo hace falta fijarse en sus enormes garras para saber que es un depredador apical. Capaz de cazar rebecos, corzos o zorros no encuentra depredador natural, tan solo el ser humano a base venenos y destrucción del hábitat es capaz de hacer frente a esta majestuosa ave.
Tener a la reina de nuestros cielos a escasos metros de ti impresiona, se te corta la respiración y solamente existís ella y tú.
En los valles de nuestras más altas cumbres y en nuestros macizos montañosos encuentra su refugio.
No puedo describir la sensación de tener a un ave tan imperial como esta a tan escasa distancia. Había podido ver a esta especie en otras muchas ocasiones, pero nunca tan de cerca y durante tanto rato.
Hasta 4 entradas hicieron al escenario del escondite; incluso en una de esas entradas llegaron a estar tanto macho como hembra de manera simultánea en el escenario.
La verdad que fue sin duda una experiencia única y que espero poder repetir en el futuro.
Espero que os haya gustado sentir más de cerca los entresijos de una jornada fotográfica en la cordillera cantábrica y… ¡¡¡hasta la próxima entrada!!!
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