¡Hola a tod@s! Tras unos cuantos meses de parón en el blog, retomamos actividad. En la entrada de hoy, os contaré las aventuras del verano 2021 y cómo fue viajar en tiempos de pandemia descubriendo la España mediterránea.

Como siempre, estaré acompañado en esta aventura veraniega por el sur y este peninsular de Annaïs, mi gran compañera de fatigas. Durante esta travesía, visitaremos zonas naturales de distinta índole, desde el frondoso monte mediterráneo hasta humedales e incluso visitando un pequeño oasis dentro de una ciudad.

Os iré contando como fueron estos días de vacaciones en los cuales alternamos naturaleza con cultura, una combinación inmejorable y muy recomendable.

Nuestro primer destino sería Sierra Morena, un enclave natural con una biodiversidad increíble y refugio de una de nuestras joyas en cuanto a fauna se refiere, el lince ibérico.

Nos levantamos al alba, 1h antes del amanecer. Teníamos que prepararnos y coger el coche para adentrarnos en lo que sería nuestra zona de campeo durante los próximos 3 días. Con las primeras luces del día, estábamos ya en pleno corazón de la sierra, cámaras preparadas y concentrados ante cualquier movimiento que se produjera entre las jaras.

Durante estas jornadas, pudimos disfrutar de muchos ejemplares de ciervo, todos bastante confiados ante la cámara.

Hembra de ciervo
Una hembra de ciervo mira a cámara

Salíamos al amanecer y volvíamos por la pista ya prácticamente de noche, lo que nos permitía encontrar a los animales muy activos, ya que durante el mediodía llegábamos a los 40ºC. Además de poder sorprenderles en su momento de mayor actividad, también conseguíamos captar imágenes diferentes gracias al amanecer y atardecer.

Siluetas bajo la encina
Una cierva con las últimas luces se recorta en silueta bajo una enorme encina.

Aparte de ciervos, pudimos observar también otras especies como muflón, gamo, cabra montés, varias especies de aves… pero sin rastro del objetivo principal, el lince ibérico.

Macho de gamo al amanecer
Macho de gamo al amanecer

Una de nuestras mayores sorpresas, fue toparnos con un majestuoso macho de muflón a pocos metros de nuestro coche. Este ejemplar nos sorprendió ya casi sin luz cuando nos dirigíamos al hotel a pasar la noche.

Un macho de muflón ya casi sin luz
Un macho de muflón ya casi sin luz

Seguíamos sin rastro del gran gato, el último día en la zona amanecía con un calor intenso.

En nuestro safari particular, una cabra montés y su cría nos regalaron un momento muy especial frente a la cámara. Mientras tanto, nosotros seguíamos con nuestro objetivo entre ceja y ceja.

La tarde llegaba y nos dirigíamos a nuestro punto de observación cuando, de repente, diviso una figura que me resultaba familiar entre unas adelfas… ¡es el lince!

Tras unos minutos de observación a una distancia un poco lejana, el felino desaparece sin darnos pistas de su paradero. Un avistamiento escaso pero muy gratificante. No todos los días cruza uno miradas con uno de nuestros emblemas en cuanto a fauna se refiere.

Mamá e hijo
Una madre de cabra montés y su cría se sorprenden al vernos

Nuestra estancia en Sierra Morena llegaba a su fin. Ahora, ¡a nuestro siguiente destino! Llegamos a Motril, ciudad costera de la provincia de Granada; ahí pasaríamos una tarde entretenida en la charca de Suárez, un oasis entre los edificios. Uno de los mejores lugares para observar avifauna de toda Andalucía, entre alguna que otra sorpresa…

Un recorrido con diversos escondites fotográficos desde los que disfrutar de especies como calamón, focha moruna, avetorillo, cigüeña, garza real e imperial… desde luego una visita recomendable para aprender a diferenciar especies y pasar unas horas la mar de entretenidas. Una pena el horario tan limitado que tienen, ya que en verano cierran a las 18h.

Cigüeña blanca acicalándose
Cigüeña blanca acicalándose

No solamente las aves tienen en la Charca de Suárez su refugio, sino que uno de nuestro reptiles más amenazados encuentra en este pequeño humedal una de sus mejores poblaciones. Os hablo del camaleón común, reptil de caleidoscópicos ojos y con capacidad de cambiar de color según su estado de ánimo.

Camaleón común entre vegetación palustre
Camaleón común entre vegetación palustre

Pero no era el único reptil que íbamos a ver esa tarde. Justo antes de marcharnos, un galápago leproso (especie en peligro debido a pérdida de hábitat y conflictos con el galápago de Florida), nos sorprendió en mitad del camino. Tras unas fotos, nos despedimos de esta siempre entretenida charca y nos poníamos rumbo al levante.

Galápago leproso
Galápago leproso

Llegamos a la costa levantina, allí, unas marismas repletas de vida nos esperaban. Llegamos ya casi de noche, dejamos las cosas en el hotel y salimos de inspección. Buscando un par de horas entre ramas de pinos, matorrales y dunas, al final dimos con lo que buscábamos… ¡de nuevo camaleones!

Un camaleón común en la noche
Un camaleón común en la noche

Durante la noche, estos reptiles son muy activos, pudimos disfrutar de ellos durante un par de horas hasta que decidimos dejarles tranquilos e irnos a dormir, ya que se nos habían hecho las 5 de la mañana…

Al día siguiente y con las sábanas pegadas, nos despertamos para salir de pajareo por las salinas. Desgraciadamente no nos dimos cuenta de que era sábado, con lo que eso implicaba… ¡¡gente por todos lados!!

Hicimos lo que pudimos, flamencos, tarros blancos, combatientes, y la estrella del día, un charrancito común que posó cernido para deleite del servidor; sin duda un verdadero lujo ver a esta maravilla de la naturaleza

Flamenco común
Flamenco común
Charrancito común, acróbata del aire
Charrancito común, acróbata del aire

Tras una visita fugaz, cogimos el coche a nuestro penúltimo destino, uno de los humedales mejor conservado de todo el este peninsular.

De nuevo, fuimos conscientes de que el día escogido para ir no fue el mejor… domingo, sol, vacaciones… os podéis imaginar. Pero bueno, eso no quita que no disfrutásemos de lo lindo con lo que se dejó ver.

Nada más llegar, una cerceta pardilla nos brindó el primer regalo de la tarde. La distancia no era la deseada pero estábamos frente a una verdadera joya a proteger.

Más tarde, fochas morunas y comunes danzaban alrededor de la pasarela de madera que atraviesa el humedal, un espectáculo tener a estas dos especies tan cerca y tan tranquilas.

Focha moruna
Focha moruna
Focha común
Focha común

El resto de la tarde, nos entretuvimos buscando insectos entre las flores y plantas del entorno ya que la situación no era la más ideal para ponerse a pajarear, pero eso ya es otra historia…

Por último y como broche final, a lo largo de estos casi 25 días que estuvimos recorriendo muchos rincones de España, se nos presentó la oportunidad de disfrutar de una jornada de observación de lince ibérico desde un escondite fotográfico, un lugar desde donde tú ves al lince pero el lince no te ve. Se reducen molestias y puedes disfrutar de una especie tan amenazada a escasos metros.

Así que nos líamos la manta a la cabeza y desde Valencia fuimos a Madrid para volver a bajar a Ciudad Real, donde pasaríamos la noche para despertarnos al día siguiente a las 5 de la mañana para intentar observar al felino más amenazado del planeta.

Tras 6h dentro del escondite, con calor y sueño, llegaba la hora de recoger e ir a comer. Esa mañana no habíamos tenido suerte, habría que ver si por la tarde éramos más afortunados. A pesar de no haber aparecido el gato, otras especies nos hicieron el rato más entretenido.

Conejo de monte
Conejo de monte
Pito real
Pito real
Tórtola europea
Tórtola europea, un ave perseguida y que encuentra en fincas protegidas su refugio

Comimos y, tras una pequeña siesta llegaba la hora de volver a intentarlo. Esta vez en un escondite diferente, en una localización más abierta que la de por la mañana.

Pasaban las horas, el calor dentro del hide era insufrible y veíamos como conejos y algunas aves campaban a sus anchas sin la presencia del gato. Empezábamos a desesperarnos, en absoluto silencio y tras más de 12h dentro de una caseta de 2m cuadrados, los ánimos comenzaban a flaquear.

De repente, se hizo el silencio en el campo, un sonido de alarma de un carbonero nos puso en alerta… unos segundos de tensión y ahí apareció, una hembra de lince ibérico; pero no iba sola, se había traído a una de sus crías consigo. Todo un espectáculo, pelos de punta.

El resto os lo cuento con imágenes…

Lince ibérico
Lince ibérico
Miradas que esquivan la extinción
Miradas que esquivan la extinción
Ojos color lince
Ojos color lince
Sensaciones indescriptibles cruzar miradas con ELLA
Sensaciones indescriptibles cruzar miradas con ELLA
Cría de lince ibérico
Cría de lince ibérico
Momento soñado, cara a cara con nuestro mayor felino
Momento soñado, cara a cara con nuestro mayor felino

Espero que os haya gustado la crónica de este viaje de verano… atentos a los próximos días que una borrasca NIVAL pasará por el blog.

¡Hasta entones!

2 Responses

Deja un comentario